Tú, Señor, eres mi escudo, eres quien levanta mi rostro frente a mis adversarios y me da la victoria; tú, Señor, eres mi victoria y el que marcha al frente de la batalla. No temo ningún mal, aunque sea rodeado de dificultades y situaciones problemáticas que parecieran un ejército acampado contra mí; pues tú estás conmigo y tu vara y tu callado me dan seguridad.

Gracias, Señor, por hacerme sentir confiado, ya que estoy seguro en quién he puesto mi confianza; sólo en ti Jesús.

1 comentarios:

Jeannet dijo...

que linda oracion!

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